sábado, 20 de abril de 2013

Día nublado con comida.

Les cuento que estoy en mi proyecto de investigación. Es frustrante, les digo por que apenas he de comenzar. Apenas empezaré a bailar bien duro. Hace rato venía de mis clases sabatinas de Son jarocho. Venía yo tranquilamente escuchando mis rolas por la calle, cuando dos cuadras antes de mi guarida me topé a una "extraña" chica. Esa extrañez me gusta.
   Fuímos poniendo el pié al freno, nos saludamos como todo ser que se conoce de vista. Pero esta vez no fué así. Ella es algo abstracta, incógnita. La conocí no tiene mucho, se llama Martha.
 Pues como les decía, una conocida más, una compañera más; aunque mi forma de intuición hacia ella no la cataloga como imposible a mis redacciones. Nos saludamos de beso, algo fuera de lo común para mí. Empezé por decirle que de donde venía. Ella me dijo que venía del trabajo, del instituto. Conozco ese lugar, ahí hago mis prácticas, allí la conocí. Charlamos como 5 minutos, le dije que a donde iba, me preguntó lo mismo. Noté que se dió cuenta -obviamente- de la tremenda funda de guitarra. Le dije que venía de clases sabatinas de Son jarocho. 
-Eres muy serio, verdad?-
Yo (tranquilamente, con una sonrisa dibujada involuntariamente): -No, no tanto-. Soy antisocial, eso es lo que soy. 
 Ella me dijo que iba a comer, y pues, la acompañé por que se dejó, así sin excusas, acompañar -raro-. Tenía harta hambruna de perro.
 Fuímos primeramente al lugar donde comía, no nos quedamos por que era mucho tiempo esperar la comida- aunque por dentro me moría por esperar..-. Optamos -opté por ella, me di cuenta- por salir de allí inmediatamente (había un perro tatuado y no quería problemas, ese perro le echaba unas miradotas repugnantes).  Caminamos dos cuadras más, llegamos a un lugar conocido por mí. Cuando pedimos la comida corrida ella hizo un gesto de vergüenza, o tal vez pena, que logré notar. Y es que no traía más de 35 pesos para su comida. Le dije feliz y vivo que no había problema, que yo le ponía lo demás -hasta le hubiera sacado la comida, aunque me quedara sin dinero-. Charlé una vez más con ella, hablamos de nuestras tesis con el tan "egoísta" Dr lagunes, entre otras cosas. Hice todo lo que pude, quedé satisfecho. Platicaba conmigo como si fuera su amigo, creó confianza en mí al parecer. Había dos chicas de la facultad comiendo en el mismo lugar, enseguida las reconocí, las saludé. Martha  me preguntaba que si las conocía por que frecuentaba la mirada en donde ellas estaban. Pudo ser que no se dió cuenta de que las había saludado al principio, mientras que ella hablaba con la señora del lugar. 
  Finalmente la acompañé hasta su casa. No era de esperarse que estuviera tan cerca. Le dije que si se cambiaba de casa que me avisara para ayudarle. Ella asintió con gesto agradable.
 

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