domingo, 13 de julio de 2014

Este blog no termina aquí, fué sólo una pequeña pausa.      :)

lunes, 10 de febrero de 2014

Salón de arte

Lentes cuadrados, bordes negros, el blanco atuendo entre el suéter oscuro. Lo único que sé es que me mira, de lejos, pareciendo que desde un ángulo de cuarenta grados, desde arriba, me veo reflejando al pensamiento que pretexta de ademanes significativos, de esos que hacen a la sospecha del gusto. Apenas latiendo, subiendo los latidos del corazón a lo ancho de su cavidad, que se encuentra en un estado absorto, inmensamente callado en la quietud racional de cualquier sexo masculino que siente, por no decir sentido, distraído, la ley de la atracción. La ley que muy pocos leen; y los que comprenden vienen ganando oportunidades.
  La libreta amarilla, el juego de los puntos, donde el chiste es que un oponente no de cávida y encierre en cuatro puntos al otro. 

Pues sí, su suéter verde oscuro, sus ojos tan oblícuos y delineados que se cierran y convergen en el punto de provocar, aunque no lo crea. Tirándole más leña a la lumbre, que ya tenía brazas enrojecidas, tirándole más y más en cada disimulo, en cada roze, cuando yo lo único que pretendía era fijar mi distracción y mis sonrojos que quería apagar con balde frío en las presentaciones. Pero no, se apagaban las luces, entonces todos quedábamos a semi-oscuras, a no ser que abrieran las cortinas viejas que quien sabe cuántas generaciones las habrán visto, cuánta suciedad semejaban, luego las infecciones nosocomiales que suceden tan a menudo. Pero yo empezaba con otro tipo de febrícula que no era una infección. Tal vez sea que le guste ser así, porque lo único que percibía era su aroma que con sus moléculas apagaban el aroma intra-hospitalario, el aroma que persuadía dentro de un ambiente de trabajo, en una hilera de mesas dando un forma de una letra "U" con papeles maché encima de esas mesas de trabajo que estaban dentro del salón de arte, que no semejaba ser de arte, puesto que no tenía referencia afuera, en la entrada del aula. Yo estando en la punta de la U, al otro lado de izquierda a derecha, una fila de gorros blancos.

Entonces yo pretexto de ésto para decir lo que siento. Fué un entumecimiento en el sonreír después de que había dicho palabra y media por albur a un colega, por no decir: compañero, de mi carrera. Fué eso después de que sentía frío cuando le bajaban la temperatura al clima. Todos cálidos, algunos semi, y yo solo pensaba en un suéter verde de enfermera, y ella tal vez en mi bata blanca?.

Cabe decir que estábamos chismoseando en una lista de nombres hace una semana, cada quien en una fila de acuerdo a su licenciatura, yo hasta atrás esperando la salida... Bueno, quizás no importe, tal vez esto se quede a medias tortuosas, muchas sorpresas, uno no sabe con quien se topa o queda. Entonces, en unos meses toparemos uno con el otro en los pasillos, entonces se darán actos de valor y para ese entonces de las desmañanadas ya lo sabrá,  aunque su intuición haga de su mente hacer lo contrario, con su mirada fija que no sé si sería una falta de respeto cuando lo único que se pretende es rescatar el lenguaje que cada vez más se pierde en el aparato de las llamadas y mensajes punzocortantes para los corazones que laten fuertemente, anteponiéndose ante la mente que no comprende de "pérdidas" y desamores. Duros golpes a las costillas. Miradas fijas que significan algo inusual para mí.

Ojos tan delineados y ojos tan brillosos. 

Son dos semanas, una semana que apenas sucede empezando el lunes, un lunes 10, contando, restándole 45 días a los 365 días del año. Lo único que sé por ahora es que pocas veces nos encontraremos, en un año que alenta ser rápido, con toda la cautela que se requiera para no caer de frente en tántos hoyos.

Estoy hecho un lío.

sábado, 1 de febrero de 2014

Lo que casi nadie...

Yo tirando de un lado de la calle, nervioso, con el estómago vacío de tal esperanza. Tal vez estoy equivocado, mi corazón bueno es más grande que esas ansias que pegan como animal cautivo. El mundo no es de los santos, no hay que ser bueno ni malo, hay que ser frío?.

Había tranvías, en lo que parecía ser una ciudad que casi ya olvida su alma. Tan flacos esos fierros, tan grises y corroídos. Vías baldías, lotes baldíos, áreas donde se ven pintadas unas letras "hazlo ahora". Sólo lo verde que cubría los escombros derrumbados de tanta burguesía, pensaba en ir al vacío, sin haber...

Silencios que ponían en jaque a los bellos de la piel, humectando el alma que se reflejaba en los labios mojados, queriendo siempre decir algo y no diciéndolo.

Pocas veces, de tantos momentos enjaulados, saco ésto, decía. Y es que las vías ya no pueden estar limpias, ya nadie las ocupa, si acaso es un tren que no carga ya poder en lo absoluto. Blanco y negro, ahí me quedé, ahí me quedé. Amo caminar solo, cuantas veces me lo han preguntado, en esos años de los mil novecientos y tanto.
  Las marías eran marías, las décadas eran décadas y no compromisos de estancia corta. Como el bello momento del alma en plena aventura de joven-adulto prematuro, de mente despierta y rebelde aún, revolcarse como niño en los juguetes, mugre en los pantalones, vocalizar como loco la parte de tu canción vieja y favorita que oyes y después te cansas y luego ya no la oyes, pareciendo ser que ya no te gusta, quedando solo el nombre, sólo su pronunciación, refresco de cola sin gas. Así son las cosas, así te voy a saber.  Soy el cansancio apagado en la cama, el brillo del lucero, la noche al olfato después del día que sacudió positivamente, y el placer en pequeñas temporadas, princas y horas que se evaporan, esos detalles que a veces se le da la gana al tiempo que soy yo mismo, porque el tiempo es mio. Llegan de golpe y sin esperar, tántos momentos. Están a la espera, aromas, olor a cosa nueva; aunque sintiéndolo más recónditamente, no necesariamente tiene que ser un solo nombre. Entonces, a lo que llamo tiempo generalmente siempre se me ha hecho pérdida, muerte de tiempo, un decir, sólo decir, sólo eso.

Miraba la lluvia que se escurría por el borde viejo y lleno de musgo de más de 30 años en aquel fuerte, cómo las gotas no se despegaban y te daban toda la vuelta, aferradas para luego caer, eran bellos en esos instantes de clases de física natural. Quería ser ese  sudor que bajaba pegado todo a tí tan descomunal; más que eso, quería ser la causa aparente.

Mientras, el tiempo pasaba. Yo se que no volverá.

Conforme pasaba el tiempo y decía: "yo no vuelvo", quiero llevarme en el orden cronológico el corazón que traes puesto...

 Sería un misterio de tántos, el poder revelarte, siendo una caricia de  tamaño tan descomunal, porque afuera, lo que hay en este mundo, es cruel para las "carnes abiertas", sería un misterio profundo lo que piensas, más en tí, que en mí. Menuda caricia. Porque te estoy diciendo todo y a la vez nada de lo que alguna vez quisiste oír...
   Que estoy hecho de pobredumbre, es eso, lo que quiero, lo que con gestos de desagrado se olvidará; más sin embargo, parece ser hermoso para los dolorosos. Pero solo son pichos negros, después pájaros azules, metros que se convierten en kilómetros y altitud, estados. Yo, la punta de una montaña, en el horizonte azulado. Desde ahí te miro, dormido, apacible, no te veo, nunca te ví, solo te miro, te miré.

Más adelante se entrecruzará de brazos, usted lo verá. Sucederá que dejará de ser aire intacto, se meterá en algún rincón que no lo esperaba, hierba que sobresalió para ver al sol que no tiene otro significado mas que "vida". Se cruzará de brazos, fumará con estilo, vestirá para la ocasión, cuajará en los días con sus escaleras contrarias, dando limosnas de entendimiento, será modesto, seguirá siendo serio,... esa rendija para ver el manto, y entre otros asuntos, además de hablarse frente a frente: diciendo que hago de ti lo que quiero, en los tres estados de un día, después reflejándote  por esa abertura a lo incomprendido, al campo de las estrellas, lo que casi nadie estupefacto hace, ve, lee, siente.

Cuando veas que ese ojo redondo tuyo, cuando veas que la luna te apacigue en la cara alentando gestos, ya sea por las rendijas, tu ventana o el cristal del no se qué, me comprenderás. Esa mancha oscura forma parte de ella, todo mancha oscura tiene encanto. Comprenderás que solo he nacido para mirarte y mirar de lejos, y sin querer a la vez que te digo ésto avanza el tiempo y me olvidas como olvidan las mentes encadenadas por el rumor cotidiano que tienen todos ellos. Así pasaré, tal vez minutos, porque el tiempo ya tiene paga. Pasaré y olvidarás... música olvidada. Hasta después si Dios quiere, después de tantos días andando con tus piernas algo desproporcionadas y divinas, con tu rebozo que nunca usas, en calles de figuras que siempre se desbaratan, que salgas y digas que "como pasa el tiempo" comprenderás.

Estoy día tras día en una fresca noche de verano en la mirada. Ni de mi estado, edad, ni de la condición de mis neumáticos para poder verte, ni de las tuyas, de nada. No me percato de nada

Hueles a madrugadas en valle con tazas cargadas de molienda, de furor. Hueles a humedad cerca del río. Cautivas como una punta de hoja de margarita. Sobre todo porque estás como ellas, húmeda de rocío. 

En días de alebrijes se le ve salir al sol imponiendo sus rayos sin mínima batalla para desaparecer a fuego lento la niebla de la noche que queda sobre pueblos. Pequeño como el conjunto de gente a esas deshoras, muy pequeño. Hay a esas deshoras tantos que se van encerrados a un reino mágico por el pavimento sin oler el clima, esas horas, ese tiempo que se les escapa.  Más alrato, por aquí y por allá hay gente amarrada del cuello, apretada, con su inocente ignorancia amallada. Pero Dios es grande, misericordioso, castigante y compasivo. Sale para todos, ellos creen  que tienen muchas llagas. Ella con su mirada de virgen que entiende la soledad cura -como a ellos- mis llagas. Así se siente, un algodón de azúcar, un vacío que llena vacío. Es mirarse entre tantas cosas vivas, sintiéndonos las más vivas por un rato de algunos días.

Hasta dicen que hasta briagos tú les hablas. Sus miradas vivas dilatadas, agarrados, vestidos de blanco, mirando otra cosa que es nada.

martes, 14 de enero de 2014

Encanto

Caminos. 

El sol amanecía oscuro como sus penas que son sólo paradas por las que se pasa, a veces descuidadas. Y los  jarros vacíos que traía. 

Son cuestiones mágicas que tapan.  No se explican.

Ya era casi medio día, venía atrás, serpenteando el camino de nuestras vidas que todo el tiempo necesitan mantenimiento. Le comían las ansias, el tiempo le pegaba en la cara, y esas ansias que se reproducían al doble. Por ésto es eso de que el tiempo es oro, brillo, por eso la prisa.

Te cuento que a los lados del camino veía, casi llegando y después regresando, ví a un señor que vendía frituras, apurado. Pero no le veía el por qué estar en esas condiciones. Si te hablo de alguna esperanza, no parecía tenerla, parecía que las tenía en liquidación. Estaba cargado de saciedad sentimental. Se quedo atrás, pasó.

Me lleno hasta desbordarme con esas cuestiones. Sentábase en el borde del transporte donde iba. Había dos hombres que prefirieron no sentir las ráfagas del aire. El clima era encanto, no era calor ni frío, neblina. Algo así como mesura en la piel y ojos... y alma.

Pero que sentía?, no te podría decir, no te podría decir otra cosa que era estar sintiendo levantarse en ánimo, como si estuviera humectado, el néctar fresco en la saliva a eso de las horas de la madrugada, afilando para cortar cualquier estructura errónea. De que quiero vivir, quiero vivir. De que no he vivido, no he vivido.

Descanse en la neblina, por eso le duele, por eso tiene sed de valor, de tánto cansancio.

Huele a piña. Se humedece la boca, por esas horas del camino que refrescaban como menta en la garganta.
Los árboles de cocuite que llevan a olvidarse, frondosos. A los lados del pavimento, hacia una desviación que anhelaba entonces. Estaban en hileras reflejando sombras al olvido, a unos cinco kilómetros hacia adentro, estar perdido, para los espasmos de su tiempo.

Se tuvo que arrancar aspectos físicos que no eran para el momento. Tres tipos de embriaguez: ese sentimiento por el que todo se mueve, el sin sabor y el vacío que se le llenaba a borbotones, rosando las líneas blancas, las cercas pintadas de blanco en la pradera que era en verdad una loma verde, en la que se asomaban las flores de la piña y espinas durmientes.

Suéltame las riendas, no hay vallas, no hay cercas, soy un venado, suéltame. Entonces lo que parecía ser un sentimiento le agarraba de los brazos, se colgaba de él. No sé, a lo mejor era la esencia que guardaba aquel lugar por el que se pasa, cruzando los brazos con otros brazos. Un caballero. Así le acompañaba, besaba sus labios mientras pasaba un hombre pateando piedras a un costado del camino. Se quedó atrás.

Como decirte lo que sentía, tenía un viento sediento que a través de los mapas rurales te alcanzó a rozar entonces, después de convencerme que no era inofensivo, camino rozándote. Estar rozándote, alaciándote los cabellos, reposando sobre tí y acariciándote, coincidir en eso, tan siquiera  por un corto periodo.

No se quiere olvidar eso que venía a tu soledad, lo que sea que haya sido. Vámonos meciendo de un lado a otro, navegando, que si bien te va te limpias y luego te ensucias. Que no tienes siete vidas, ni que fueras gato.

 Las lomas están bonitas.







Diles que no me maten. COMPLETO de Juan Rulfo.



Diles que no me maten. Que por caridad! Así diles, no puedo.

Me atrapa esa voz añeja y lastimante hasta los huesos que narra un cuento con un sentimentalismo crudo, real, de aquellos tiempos rurales.

Uno de mis favoritos.

sábado, 11 de enero de 2014

Yo no quería ésto

"Estado de ánimo (contagiado).

Pobre, se cansa, le dije que la vida es impredecible. Tan impredecible, como lo impredecible de decirle ésto. Parece que la vida me lo tomó tan enserio. Sólo dice que la quería. Se quedó con su regalo, el detalle de detalles en la noche. La ausencia lastima.

La mente cansada de tánto seguir cabizbajo, andando, aún sabiendo y viendo que oscurecía, que el camino se oscureció repentinamente. 
-La quiero, eso de quererle y no tenerle, nuestros regalos mútuos -baja la cabeza-.

Llueve y llora, se van tan lejos esos suspiros que no sabes de que  manera podrás regresar  a tí.

Su foto quemó, las brazas se fueron lejos entonces. Y sin pensar, sin querer nació otra vez, el deseo desbalanceado y tirando al orgullo que estaba doliendo dejarlo, el deseo en el día bueno.

Afuera el clima hería a la infelicidad. Haciendo pasar, resurgiendo, reviviendo a la razón que se esconde entre el enredaderío de cosas de mujeres, maquillajes para ennegrecer la apatía y el sin sabor, para sorber con trozos de hielo el calor, para que trastabillen los hombres. Provocaciones, deseo.

Por qué callar esa chispa suprema de la que está hecha el alma, ese "sentimiento" de culpa?.

Era más la precaución que el cansancio y el deseo que se notó en su enmudecer, pisaba delicado al valor. 

Requintos, voces, entonaciones. Campanadas.

El mundo fué y es de los dos. Aunque nos cueste vivir, entre esos gestos que no comprenden; aunque a veces, cuando nos parábamos en las rendijas, oliendo el ambiente con esa gente, esas risas. Un portón negro, marcando pasos. Aunque tomáramos refresco, aunque comiéramos las variantes de los tiempos, la cochambre en la estufa, encima de nuestra blancura, quería decirnos muchas veces que era mejor no tener corazón, que solo era dolor. 

Estoy cansado de no querer y poder "no recordar". Es la obsesión hermano, obsesión que quiere también tu muerte, no te vayas.

Yo no sabía de ésto, la vida no es tan seria como para dejarte aquí todo el tiempo que decías concomitante al lado de una mujer. 

Está desesperado, ni lo presintió, o tal vez sí. Demasiado triste como para ser verdad.

Y esas cosas que quiere gritar:
Te beso y abrazo, ahora mírame, solo. Te juro que lo más hermoso y maravilloso era sentir ésto y tus besos. Estábamos tan a punto, a solo un día.

Cabizbajo, los ojos fijos en los mosaicos blancos del piso, mugriento por el andar de tantos pies, quisiera no fuera cierto, quiere regresar atrás...

Y afuera. En los cubículos del tiempo, cada quien con sus vidas.

-Querámonos, el tiempo es bonito. No juegues, decídete, recuerda que empezamos como niños, las rachas no se sienten juntos, sabes, querida? No mates las ilusiones-

-Esta llaga debajo de mis dientes irrita mucho. Estoy amando demasiado, creo que con un poco de bicarbonato se apaga-  Se quita del espejo, va a la cocina, abre el frasco, sus ojos, sus cejas se engrandecieron y enmudecieron luego, no hay nada. La llaga no se quitará, pero lo segundo que te dije no se aliviará.

...Si todos los días me recuerdas, no me perderás. Aquí estoy, búscame en la esperanza, entre tántas cosas oscuras, ahí en la capilla que fue imposible -sonrisa empapada-. Recuerdo que un día antes le ordené ciertas cosas, el agua bendita, sin querer la probé y me supo a despedida.

Yo no quería esto, no sabía de ésto. 

Cosas, cosas. Ciertos aspectos se remodelaron, lijé los marcos, leí unas tarjetas con frases antes de la comida. No es observable, no es costumbre hacerlo en el mundo contemporáneo, con detalles que cortan cadenas, que liberan aromas. Tan mías y tan tuyas. Sabes? Estoy viendo las hojas caer con el viento, me inquieta el cabello, me acaricia tal cual sonido que hace el agua al servirse. La felicidad no se va por el hoyo de mis bolsillos, se va con el aliento.

Esperanza. Llagas. Desilución. Gente que rumora sucesos infortuitos en el poblado verde tierno.




Me he dado cuenta, en éstos días en que apenas abro el blog. 

He visto pequeños horrores por casualidad, eso de no revisar en las entradas un tanto ya añejas antes de publicarlas ya no se me dá. Cometí pequeños errores de dedos, faltas que se plasmaron en el "ahi se va". En los meses anteriores estuve muy ocupado, principalmente en el mes de noviembre. No tenía otra cosa en mente mas que el mentado trabajo recepcional. Trabajo que vine finalizando y empastando a principios de diciembre, cuánta gastadera. Fácil unos cuatroscientos o quinientos pesos. Después de eso, en lo que quedó del mes de diciembre ayudé en todo lo que pude en los quehaceres de la casa, ya estando en vacaciones. Se acercaba el aniversario de mis dadores. No tuve regalo puesto que no tuve dinero, sólo mi presencia en cuerpo y alma. Vino el fin de año y fin. Tengo sólo una meta.

 Se siente tan bien ya no tener que preocuparse por materias y por el horario que antes, en  cada semestre hacías. Este mes es el último pago a la facultad, prácticamente ya estoy a casi nada de titularme. Sólo falta el examen :S

Adios puerto. Te extrañaré nulamente, sólo por ciertos asuntos que me marcaron, osea nada.

viernes, 10 de enero de 2014

Sin precaución.

Por que son así estas cosas?- Te oigo decir-

Se revuelven las cosas no? Se tornan de un modo heterogéneo; así, pensando en el sentimiento que sentirás si ella se te encarna, y cada vez que intentas quitártelo, la seducción de las penas de amores aún vivos, añejos, empolvados dentro de tí... hablan, sientes que te lamen, te arrancan la piel. 
 -No tiene mucho que los sucesos cotidianos cambiaron las ideas dentro de mí, tenía ideas absurdas, ilusión que conforme pasa el tiempo conocía el sentimiento que revolotea en todo el mundo, haciendo estragos de esos, de novios, de amantes o de casados, de amor de padre o de madre. En sí, era esa la palabra que libera emociones que permanecían neutras y ahora son toda locura, como esos ayeres de secundaria, y después, llegando a grande acabar terminando con eso, terminando cambiado por el mundo canalla que jurabas podrías cambiar siendo persona de talla alta, profesionista y educado, pero callado. Esclavo de la mediocridad y sólo trabajar para sobrevivir a ésto, que es un lago de sol ardiendo, muchedumbre.-

Ya cada quien, cuando atraviesa por estos rumbos se disfraza de algo, de tiempo en tiempo, temporadas, modas, canículas de junio. Y yo...

Tus ojos se llenan de conciertos, te digo. No están tranquilos, oyes voz, te dejas llevar.

 ...Por eso te digo que eres nocturna, pasión, ramas de árbol que se mecen y las oigo tan atónito, lástima que te veo a través de cristales oscuros. No puedo ver lo que sientes dentro y tu sí lo de mis afueras. Tan clara y divina que daría lo mismo ver la luz reflajada y amarilla, apacible en las paredes de la casa de enfrente, que podría jurar que es un reflejo de tu ser que deja consecuente, que sorbe el silencio, mi sombra,... el camino con lluvia que tanto deseo -pero no ahora, es a ratos-. Solo somos sueños, otros tiempos alejados. Pechos asustados que tiemblan, envoltura de estrellas fugaces que quisiera ver todos las noches en la cumbre, toda una eternidad viéndolas. Te arrancas sola y llegas pardeando al vacío de tus ojos oscuros para pasar a las siluetas de las luces que observo de lejos, en tu poblado tan distante, pareciendo luces al final de los túneles, esas frases tan repetidas y en hileras, tan tenues. Recién hechos los cuerpos que se azoman, enterrados apenas unos centímetros, antes de cerrar el closet, y pruebo el chocolate que retrocede a la turbidez de los días mal pasados. 
   
Dios mío, te quiero, no dices nada porque no digo nada, hay calma, fragilidad que se puede mirar y no se toca porque se rompe. No son días comunes, los naranjos no dan frutos, eres el agua escurridisa y yo estanque roto, o fierro oxidado, o a lo mejor soy un te quiero" pero dicho de una forma tal que no obligaría a pensar en otra cosa más que en "quiero contigo" pero dicho de otra forma y obligando a decir que no pienses mal; pero tal vez no eres tú, es y soy yo, no levanto los ojos, y lo que siento es duda. La duda mata, es un camino dando a un fango, insomnio en cada noche y plástico en el queso. Aquí, es ella la que abre a las ideas, simples actuares que hacen a  las ideas locas, llama que se enciende y quema hectáreas enteras de mala hierba, haciendo suspirar a los ingenuos hombres, que parecen caer de muy  alto para que te alcancen ciegos, en sus sueños. Y eso hace feliz dependiendo de quien sea quién, en tí, tu misma haciéndote halagos, aprisionada por nada,  y ellos rezando por que no se los cargara. Hace feliz, haciéndole a la idea del "chance", "quizás", " se me hará". Pero es impredecible, o quizás tal vez, no sabría, soy hombre, y los consejos de hombre muchas veces se los traga la insignificancia.

 La providencia es como un corral de alambres puntiagudos, para que te duela, para que no se pierda nada. Y es esa misma providencia  que enloquece, y entre más enloquece, más grandes y majestuosas las alas. Que puedo perder? 

Todos los días parecen no ser mis días, todas las noches me encuentro tirado bajo el sol. No me puedo parar, así de estúpido. Dile a la costumbre de mi alma que algún día se va a morir de miedo, que el daño provocará efecto placebo. Porque no es cuestión de que no tengas perro quien te ladre, ni enemigos. Más sin embargo, es un llanto de augurio, un gemido en el aire nocturno que te hace resbalar y caer de costado en la puerta, a un costado caes pensando en estas cosas. Cielos cenizeros que tarde o temprano tendrán que abrirse. Ya no tendrá que engarruñarse tu estómago por la gripe rematando a la depresión estúpida, después de tanto afligirte así, en donde sólo aprendías a hacer marcas no tan actuadas en el calendario, estando sólo. No sabiendo, no sintiendo que a través de las ventanas el sol hacía con el marco sombras en tu cara, tan suaves. No te preguntas ni por tan simple causa de que hay unos pasos tan cortos y pies de hermosas facciones que desistieron del consejo maldado de que "si te quiere o desea" vendría por ti, por ella; no pensar así, de forma estática. Se necesita entender que lo menos importante en estos asuntos es el decir palabras superfluas. Estas palabras que me digo, tan populares.
 Aquí se pierde, aquí se muere, aquí se acostumbran a nueva etapa después del "voy por algo y nunca vuelvo". Y así se olvidaron de tí.
Las nubes en mi color favorito, en este tiempo divino, esas nubes cuando mueren, desaparecen, como si el sol les clavara sus rayos, eso es bello, atraparlo en tus ojos, ganas de que no desaparezcan, rezos no hacen falta. Es la droga que te sonríe, esa y muchas drogas, capturas en jaulas que se esparcen en las mañanas. Madrugando y sintiendo, madrugando y sintiendo profundo.
Sé que mis codos en un conchón blando están, descansando, y el efecto es describir tan callado.


Salgamos de aquí, no importa que te dejen así, sál!



A ratos

Comenzando el año con una entrada. Algo retrasado estoy. Los festejos, las posadas, el aniversario de boda de  mis padres, la venta, y feliz año.

6:00 am. Me levanto, y más o menos a esta hora voy rumbo con mi padre o madre, o los tres juntos -porque estamos juntos siempre en estas fechas que pasaron-... al trabajo. Ya no me siento a gusto, es la madurez de la mente, es la madurez que no reflejo en mi forma de vestir y en el actuar. Pero, gota a gota se llena el vaso, que no?.

 Valle Nacional nos espera, me siento vacío, pero fresco.

7:00 am. Desayunamos, café y tortilla recién hecha a mano en casa de la abuela, cincuenta metros al fondo, al lado de la carretera, con sereno y apenas viéndose el sol detrás del cielo en cenizero. Quince minutos después nos vamos.  

7:30 am. Empezamos a abrir el local. Media hora después terminamos de abrir, de  colgar las cosas. Si fuera domingo, terminando de abrir, estaría en misa con mi padre o madre, no los tres juntos.  Una hora después, vería a alguien verme pasando del otro lado de la calle.

Verte, sólo eso. Por unos segundos nos vemos y nos llenamos.

9:00 am. De lunes a viernes, el auge de la clientela no sería mucha. En cambio, los sábados y domingos cambian las cosas cuando bajan de los cerros, de las comunidades aledañas. Cerro cangrejo, la nueva esperanza, arroyo de banco.

Por esas horas del desayuno...

Hora del desayuno improvisado que de los tacos al vapor, tamales de frijol o pollo rostizado no pasan.

11 y tanto. De aquí en adelante siempre hay cosas que hacer; limpiar la poca mercancía que queda y que ya no se surten tanto en estos tiempos... atender, sentirme raro y dependiente, limpiar, atender, una que otra sonrisa cabizbaja, sentirme estúpido.

Afuera, a unos metros de donde estoy y estamos. Se ven pasar a gente tan feliz e ilusionada en su mayor parte. Que pasaría si la pobredumbre les entrara, con la verdad y les harían ver las cosas como son?. Desgraciadamente están viviendo felizmente entre carencias y faltas de oportunidades, con calentura todo el tiempo, en estos tiempos, donde la pobredumbre debe estar en su lugar "y no sé porque digo ésto si quiero ilusionarme, obsesionarme con el aire que a veces me mece de un lado a otro, importando poco que solo sea un rato"

Pensar que podría abrazar a alguien felizmente después de no verle y quedarte sin aliento cuando ves que esa persona es piedra y entonces tu sonrisa cambia, tus ojos no se dilatan, tus gestos que le obedecen, haciendo bajar tus manos lentamente, tus brazos. Sí, lo recuerdo bien.

6:30 pm y contando. El local se empieza a cerrar, llegan los últimos clientes apurados, al ver casi cerradas las cortinas. Aún sabiendo que todos los días, a mas tardar, a eso de las siete y tanto de la mañana ya está abierto con el día tan bueno y el sol hermoso, el canto del ruiseñor y... alguien vacío adentro.

De vuelta a casa. Anhelo poder sentirme completo, ignorar los prejuicios que son entre bien y mal, recalcándote con carbon, diciéndote que estás completo, haciéndote alagos, susurros que humedecen por ratos. 

Lo anhelo.




Bellas tomas.