sábado, 1 de febrero de 2014

Lo que casi nadie...

Yo tirando de un lado de la calle, nervioso, con el estómago vacío de tal esperanza. Tal vez estoy equivocado, mi corazón bueno es más grande que esas ansias que pegan como animal cautivo. El mundo no es de los santos, no hay que ser bueno ni malo, hay que ser frío?.

Había tranvías, en lo que parecía ser una ciudad que casi ya olvida su alma. Tan flacos esos fierros, tan grises y corroídos. Vías baldías, lotes baldíos, áreas donde se ven pintadas unas letras "hazlo ahora". Sólo lo verde que cubría los escombros derrumbados de tanta burguesía, pensaba en ir al vacío, sin haber...

Silencios que ponían en jaque a los bellos de la piel, humectando el alma que se reflejaba en los labios mojados, queriendo siempre decir algo y no diciéndolo.

Pocas veces, de tantos momentos enjaulados, saco ésto, decía. Y es que las vías ya no pueden estar limpias, ya nadie las ocupa, si acaso es un tren que no carga ya poder en lo absoluto. Blanco y negro, ahí me quedé, ahí me quedé. Amo caminar solo, cuantas veces me lo han preguntado, en esos años de los mil novecientos y tanto.
  Las marías eran marías, las décadas eran décadas y no compromisos de estancia corta. Como el bello momento del alma en plena aventura de joven-adulto prematuro, de mente despierta y rebelde aún, revolcarse como niño en los juguetes, mugre en los pantalones, vocalizar como loco la parte de tu canción vieja y favorita que oyes y después te cansas y luego ya no la oyes, pareciendo ser que ya no te gusta, quedando solo el nombre, sólo su pronunciación, refresco de cola sin gas. Así son las cosas, así te voy a saber.  Soy el cansancio apagado en la cama, el brillo del lucero, la noche al olfato después del día que sacudió positivamente, y el placer en pequeñas temporadas, princas y horas que se evaporan, esos detalles que a veces se le da la gana al tiempo que soy yo mismo, porque el tiempo es mio. Llegan de golpe y sin esperar, tántos momentos. Están a la espera, aromas, olor a cosa nueva; aunque sintiéndolo más recónditamente, no necesariamente tiene que ser un solo nombre. Entonces, a lo que llamo tiempo generalmente siempre se me ha hecho pérdida, muerte de tiempo, un decir, sólo decir, sólo eso.

Miraba la lluvia que se escurría por el borde viejo y lleno de musgo de más de 30 años en aquel fuerte, cómo las gotas no se despegaban y te daban toda la vuelta, aferradas para luego caer, eran bellos en esos instantes de clases de física natural. Quería ser ese  sudor que bajaba pegado todo a tí tan descomunal; más que eso, quería ser la causa aparente.

Mientras, el tiempo pasaba. Yo se que no volverá.

Conforme pasaba el tiempo y decía: "yo no vuelvo", quiero llevarme en el orden cronológico el corazón que traes puesto...

 Sería un misterio de tántos, el poder revelarte, siendo una caricia de  tamaño tan descomunal, porque afuera, lo que hay en este mundo, es cruel para las "carnes abiertas", sería un misterio profundo lo que piensas, más en tí, que en mí. Menuda caricia. Porque te estoy diciendo todo y a la vez nada de lo que alguna vez quisiste oír...
   Que estoy hecho de pobredumbre, es eso, lo que quiero, lo que con gestos de desagrado se olvidará; más sin embargo, parece ser hermoso para los dolorosos. Pero solo son pichos negros, después pájaros azules, metros que se convierten en kilómetros y altitud, estados. Yo, la punta de una montaña, en el horizonte azulado. Desde ahí te miro, dormido, apacible, no te veo, nunca te ví, solo te miro, te miré.

Más adelante se entrecruzará de brazos, usted lo verá. Sucederá que dejará de ser aire intacto, se meterá en algún rincón que no lo esperaba, hierba que sobresalió para ver al sol que no tiene otro significado mas que "vida". Se cruzará de brazos, fumará con estilo, vestirá para la ocasión, cuajará en los días con sus escaleras contrarias, dando limosnas de entendimiento, será modesto, seguirá siendo serio,... esa rendija para ver el manto, y entre otros asuntos, además de hablarse frente a frente: diciendo que hago de ti lo que quiero, en los tres estados de un día, después reflejándote  por esa abertura a lo incomprendido, al campo de las estrellas, lo que casi nadie estupefacto hace, ve, lee, siente.

Cuando veas que ese ojo redondo tuyo, cuando veas que la luna te apacigue en la cara alentando gestos, ya sea por las rendijas, tu ventana o el cristal del no se qué, me comprenderás. Esa mancha oscura forma parte de ella, todo mancha oscura tiene encanto. Comprenderás que solo he nacido para mirarte y mirar de lejos, y sin querer a la vez que te digo ésto avanza el tiempo y me olvidas como olvidan las mentes encadenadas por el rumor cotidiano que tienen todos ellos. Así pasaré, tal vez minutos, porque el tiempo ya tiene paga. Pasaré y olvidarás... música olvidada. Hasta después si Dios quiere, después de tantos días andando con tus piernas algo desproporcionadas y divinas, con tu rebozo que nunca usas, en calles de figuras que siempre se desbaratan, que salgas y digas que "como pasa el tiempo" comprenderás.

3 comentarios:

  1. El tiempo pasa y no vuelve jamás. Besicos.

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  2. Es precioso, sumamente profundo, lleno de sentimientos.

    El tiempo pasa, y no deberíamos dejarlo pasar. Quizá deberíamos actuar a tiempo de no perder lo que uno quiere.

    Me ha encantado.

    Un beso grande.

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  3. Un relato muy profundo y lleno de sentimiento, El tiempo pasa, y nosotros siempre permaneceremos!.
    Gracias por tu visita, un abrazo.

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