jueves, 13 de septiembre de 2012

No tolero tanto las compañías, y me enojo en silencio.

No las tolero tanto, siento que me asfixian. La mayor parte de las veces siempre he estado a solas. Siempre quiero tomar mis decisiones por mi mismo. Unas que otras veces, pero muy escasas, son en las que me siento necesitado. los fines de semana que he estado aquí en esta ciudad la compañia de la soledad me hace sentir muy libre, demasiado. Mis amigos no son tan excéntricos como yo. Las tardes que he pasado a solas me siento tan bien (solamente cuando puedo estar a solas). En estos días de lluvia escasas y noches calurosas quiero estar sentado leyendo algún buen libro costumbrista en la puerta de este cuarto. Un cuchitril tan modesto, excepcional, nada interesante.
  Me dan ganas a veces de plasmarles algo de creatividad, como solo yo solía hacerla. Las hacía tan mías que llegaban momentos de profunda quietud en el cuarto de mi casa. Esos dibujos tan insignificantes me olían a madera de cedro recién pulidas. Esta costumbre muerta en esta ciudad tienen un efecto tan negativo que siento ganas de salir corriendo con esa mujercita, llevármela muy lejos. Llevándonos a perder nada, adentrándonos  por los guajes, jugar hasta morir de risa para finalmente poder nadar en los riachuelos, sintiendo las manos frescas pasarlas una y otra vez por su piel humedecida con olor a yerba.

Y el frenesí aún no se presenta en mí...



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