jueves, 16 de febrero de 2012

El sabor de mi tarde

Debo confesar que tengo una atracción tremenda por la tarde. Especialmente esas tardes sombrías y claras a la vez, casi como un helado napolitano en el cielo. Así es. Y mientras vivo aquí! voy y vengo de las clases. La llegada del viernes es tan melancólica, suelo sacar mi atrocidad  invisible en otros días. Pienso en lo que voy a hacer mañana o pasado. Pero mientras tanto saboreo la tarde como a una coca, como a ese sorbo, como esta ciudad desconocida, asi me gustan sus caricias...así me gusta su perfume inusual. Así me gusta y así me suele dañar, la coca a mi riñón y la tarde, la tarde  es temporal.
 Pero, hay de mí!. Solo vivo de mi pasado y veo los días pasar. Tengo ganas de sentarme en esas escobilleras -No se como se escriba, es mejor ignorar- que solas en ese día suelen estar. Solo con mi perfume bien discreto. Yo solo vuelvo a ver ese día los bancos vacíos, como un bendito y no maldito, difunto, suele estar.

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