domingo, 25 de agosto de 2013

El fogón.

Está lloviendo aquí! Las cobijas llaman al acogedor sentimiento que emana y  cubre la piel de tibieza. El día no está para dormir, el día está hecho poesía para mí. Y quiero plasmarlo en unas entradas.

Les comparto este texto -que no es mío- cargado de paz y serenidad de tiempos aquellos, que sí existen; aunque se encuentran olvidados. Con una imagen en el que se reproduce lo que hay en el texto.


EL FOGÓN



Canta el gallo entre los nopales cuando el cielo se pinta del azul más frío, casi gris, se abren los ojos, sólo un poco porque pesan, las cobijas en el campo suelen ser menos suaves y más acogedoras, otros gallos cantan a lo lejos y el ruido de voces de niños que madrugan obligan a despertar.



Es fría la ropa que te viste, hay que caminar lento de la cama a la cocina, al fogón, que se encuentra retirado y separado por un patio, siempre un patio, y en los pulmones, nariz y mejilla se siente fuerte y claro el frío como invitación a continuar caminando, pero antes, es preciso enjuagar el rostro con agua fría de una tina a mitad de ese patio, delicioso sufrir el hielo líquido que agudiza los sentidos al contacto con la cara.


Gallinas y guajolotes rascan en la tierra, se persiguen entre ellos por la disputa de una lombriz,el humo que sale por encima del techo, desde el fogón anuncia que se están haciendo ya las tortillas.

El fogón, el cálido fogón, sólo quien estuvo ahí conoce el verdadero placer de un despertar, de un invierno y de un amanecer juntos. Es pequeña la puerta que conduce al fogón, si fueses ciego sabrías que entras a el por el sonido que produce el choque de la masa contra las manos de la abuelita, y el sonido de la leña que truena siendo consumida por el fuego, seducido por el aroma a tierra, a vapor de leche y a humo buscarías un asiento y lo encontrarías cerca del calor, justo donde los olores se mezclan...

Café con leche bronca y dulce invitan a tomar un pan y acompañar el desayuno, delicia total, es de agradecer en ese justo instante las condiciones que rodean tal manjar, las tortillas, el queso, la salsa de molcajete, el frío que no permite calentar los pies, lo gris del cielo y el llamado de los guajolotitos a su madre hacen estremecer, el viento que sopla entre los árboles y como se mecen estos, el canto de los pajaritos, ¿hay paz mas grande en este mundo?...






Encontrarán mucha cultura aquí, la página se llama "Tlacaélel", se encuentra el facebook.








1 comentario:

  1. La verdad que es un texto con bastante calor familiar, y que recoge un ambiente, que creo aún no ha podido espantar estos tiempos de postmodernidad...en los sectores rurales aún pervive. Aquí en Colombia, en los campos boyacenses, de donde es oriundo, Nairo Quintana, nuestro subcampeón del tour de Francia.

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