miércoles, 7 de agosto de 2013


Carga de glucosa en el laboratorio de investigaciones.

Emilia y su preparación de del gel de policriamida, a su lado, unas flores de 4 delgados pétalos, de las que adornan en las calles, de esas con hélices anaranjadas que sirven para las dudas del "me quiere o no me quiere"; esos pétalos eran predictivos. Luego al mismo tiempo que platicaba con emilia, Martha metía sus delicadas manos color capuchino, con más leche que café, en un vaso que tenía al fondo una figura de foami de hallowen. Mi celular con el forro opacado, transcribía el momento en el laboratorio. Perceptia un olor a cajeta, provenía del otro lado, donde se daban las mordidas del postre, entre la química y la técnica. Marichuy se me acercaba, cerca, muy cerca, casi anteponiéndome su pecho cubierto de rayas verdes, de azul oscuro, hasta la curvatura de su cuello. De tez morena, pretendía alcanzar la vitrina, arriba de los peines, alcanzando no se qué. Como toda mujer, provocadora. Pero hasta allí, ella alimentaba su ego. Ahh si, me perdí erizado, los cálculos de martha y emily, esos castrosos cálculos. Toc, toc, se oía los golpecitos de la pluma azul que sostenía a mi derecha, pegándola pausadamente, una esquina, después la otra. La movía con nerviosismo callado al igual que las piernas. Cómo podría yo concentrarme! Etanol al 70%, Daigger Vortex genie 2, el nombre de un aparato mezclador, la solución para la PCR de julio preparado el 28 de julio del 2013.
  Ya tenía un hambre de perro, el Dr Lagunes llegaba, me saludaba de lejos, yo saludándole con un gesto, se iba. Mientras, el cerebro andante del Dr Vivanco felicitaba a la quinceañera de veintiseis años de emily. Por un momento, estando atrás de mí, puso sus manos en mis hombros y les decía: Ya vieron quien llego? El hijo pródigo, el que se fue sin despedirse. Martha y Emilia murmuraban. Cosa que ni prestaba atención.
 En la libreta de 200 hojas, sus apuntes, cachos robados de su vida social, martha, como toda niña, las tenía, con sus figuritas de colores agua. Sus apuntes, sus bitácoras, su nariz puntiaguda, el gateway  con dos teclas salidas, su cargador con falsos. Ella me contaba que no se había mudado de cuarto por cuestiones de dinero. Su ropa la delataba, su chalequito negruzco opaco, sus botas. Le comprendo, yo también paso por esas cuestiones, en todos lados se respira el smog de las cuestiones económicas-sociales. Unos no tanto como otros. El agua ciel al lado, el agua que debería darse como agua para enfermos, así, conteniendo casi nada.
Luego al último, dándo casi las 2, salió un pastel que no esperaba para el cumple de Emilia, nos reunimos detrás de un peine, todos los que estábamos en ese esperado momento. Tenía hambre, no podía ser más feliz. Partió el pastel de chocolate con tres leches y kisses. Karina, la bella karina, se paraba en medio de Julio y yo para la foto, no se por qué, pero predije su actuar. Pedí coca cola. Al final me despedí de emilia, con un palmadita en su espalda felicitándola -dándole las gracias entre mí por el pastel y la coca que no se quién compró-. Me despedí, ni me pelaron, muy en su platica ellos. 

Me fuí.

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