jueves, 2 de mayo de 2013

Colgando el morral

Amanecen cuasi recuerdos con sol y luna del otro lado del puente.  Soy libre, desfibrinando los pensamientos capturados por mallas de venenosa lectura de amor.

Cielo casi nocturno, naranja.
Colgué el morral.

Nos encontramos después del rumor. El amor que sale  de una vela, amor perfumando un morral vacío con este frío. Me dijistes que mañana -hoy-  habría una organización de la antigua noche. Nos leeríamos bien, así, sin pausa. Me imaginaba una salida río abajo. Pensaba que la cosa era de hacer lumbre sobre leña en sangre ardiente. El clima nos cambio la jugada, no había reina. Fuéramos entonces guitarra acústica sobre fondos románticos. Pero no es lo mío, ni lo tuyo recordar miel. Soy rincón en cuarto deshabitado, esquina con escamas de pintura dejadas muertas. Aunque se van y vienen las ganas de juan, las rolas que escucha son oscuras que es ilógico tanta trama dulce en el film que queda por grabar.

Un acto no permitido quiero hacer, rebeldía por siempre ser. Una conquista sobre un dios  de otro color, mi imposición ante tí, sútil y sin dolor.

No hay manera de hacer un enlace permanente. A través del cual atraviesen paso a paso mis suspiros. Se me salen las palabras, se me sale la voz, se me sale la idea de perderte mejor. No hay donde almacenar tanta belleza de tu sien, tanta extrañeza de tal voz. Muy raro es el  desvelo en un mundo, sobre una carne sin un día común.

Dos juncos salen de tí, dándome líquido vital, estremeciéndome, dándome pautas y pautas, erizándome con el consiguiente emanar de mi tóxico sudor. Iba rumbo al infierno, me detuve así sin más, me desvié por un camino estrecho, sin pavimento, rodeado de acuarelas, de días con otro color. Dejé calles vacías, con hojas atrás. Había discordia antes entre males y sistemas anti humanos, en su tierra  mucha gente hay que no sabe como arar.

En esa tierra oscura, prolífica, con sabor y con vida, esos labios poder arar.

Cultivar una especie de un género simbionte, seámos simbiontes por favor. Seamos la fruta verde, el sabor de un mango verde.

Por un momento me quedé muy abstracto viéndote, viendo como se levantaba un hada de mar. Emergía su pecho, seguías con los ojos cerrados, me abrazé con una precaución que: fue aguda, muy tiernamente y secamente por dentro. Me quiero morir en tus secretos, detrás de unos ojos.  Olvidar lo simple de un muro de concreto.

Mi "dios", mi dios. No sé si reir o llorar, tengo demasiada política en palabras adentro. De actos abstractos, vueltas y vueltas en un mar, a la deriva; mi vida no está resuelta. Una cría a la deriva, brisa en un entorno arrabal, una pequeña ave ruiseñor.

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